Vivimos en una sociedad cada vez más apresurada, rápida y cambiante.
Nada parece ser definitivo, siempre hay a punto una nueva evolución, un
nuevo modelo más efectivo, aparatos más pequeños, automóviles más
rápidos, ordenadores más potentes, etc. Hemos creado la cultura de lo
efímero, el mercado del cambio, la adoración de la novedad. Nada parece
valioso si es de la temporada pasada.
La cirugía estética no podía ser diferente. En 50 años los cambios instrumentales y técnicos han sido vertiginosos, y su aceptación e implantación social imparable. Los niveles de fiabilidad y seguridad son asombrosos. Podemos tratar problemas que hace pocos años resultaban impensables, y tenemos medios cada vez más sofisticados y seguros. Cicatrices más pequeñas, técnicas menos agresivas, resultados más previsibles.
Las operaciones para las arrugas faciales (“lifting”) pueden hacerse en mucho menos tiempo, con cicatrices y un período de recuperación mucho menores; la cirugía de reducción mamaria admite cicatrices más reducidas; nuevas técnicas anestésicas permiten hacer más cómodos tanto el tiempo operatorio como el postoperatorio.
La cirugía estética no podía ser diferente. En 50 años los cambios instrumentales y técnicos han sido vertiginosos, y su aceptación e implantación social imparable. Los niveles de fiabilidad y seguridad son asombrosos. Podemos tratar problemas que hace pocos años resultaban impensables, y tenemos medios cada vez más sofisticados y seguros. Cicatrices más pequeñas, técnicas menos agresivas, resultados más previsibles.
Las operaciones para las arrugas faciales (“lifting”) pueden hacerse en mucho menos tiempo, con cicatrices y un período de recuperación mucho menores; la cirugía de reducción mamaria admite cicatrices más reducidas; nuevas técnicas anestésicas permiten hacer más cómodos tanto el tiempo operatorio como el postoperatorio.